Los ojos requieren un cuidado especial durante la temporada estival. Una de las infecciones más comunes en los ojos es la conjuntivitis, la inflamación de la conjuntiva, el tejido fino y transparente que cubre el interior del párpado y la parte blanca del ojo. Esta inflamación, hace más visibles los vasos sanguíneos, lo que le da al ojo un color rosado acompañada de unos síntomas que van desde la picazón o ardor, a la hinchazón de los párpados, exceso de legañas, lagrimeo excesivo, fotosensibilidad e incluso la desagradable sensación de tener arenilla en el ojo.

La importancia de un buen diagnóstico por parte de un profesional es clave para evitar patologías mayores, especialmente si la conjuntivitis viene acompañada de síntomas como dolor de ojos, sensibilidad a la luz o visión borrosa. Según la doctora Teresa Sánchez-Minguet, oftalmóloga de los hospitales Vithas Valencia 9 de Octubre y Vithas Valencia Consuelo “algunas condiciones asociadas a la conjuntivitis incluyen otras infecciones del ojo, ojo seco y blefaritis. También, hay que tener en cuenta que las conjuntivitis bacterianas si no son tratadas adecuadamente pueden dar lugar a serios problemas del ojo como úlcera corneal, y potencial pérdida de la visión”.


“En verano, -explica la profesional-, son mucho más frecuentes las conjuntivitis tanto infeccionas como irritativas, pues existe más exposición al sol y más contacto con el agua de mar y piscinas. El sol, la sal, el cloro u otras sustancias químicas provocan irritaciones, enrojecimiento y sequedad en los ojos. De hecho, el 30% de las visitas a nuestra consulta en verano se debe a una conjuntivitis y es necesario que el especialista diagnostique de que tipo de conjuntivitis se trata y cuál es el tratamiento para que no derive en conjuntivitis de repetición o en patologías oculares mayores”.

Conjuntivitis irritativa

Para la especialista es fundamental diferenciar los dos tipos de conjuntivitis. “Las irritativas, que no son contagiosas, y son consecuencia de la exposición al sol y de los productos químicos e irritantes, lo que da lugar a ojos rojos, legañas incluso pueden derivar en queratitis actínica ocular que se produce por una quemadura de la superficie ocular debida a la sobreexposición a los rayos ultravioleta (UV) solares”, afirma la especialista.

En el caso de la conjuntivitis irritativa se recomienda el descanso ocular, evitar al máximo los agentes irritantes que lo causan y evitar la exposición directa a la luz directa, al sol y al aire utilizando gafas de sol.

Conjuntivitis infecciosa

“En cambio, -subraya la profesional-, la conjuntivitis infecciosa es la inflamación de la conjuntiva, causada generalmente por virus o bacterias. En lugares públicos como las piscinas, las bacterias y los virus pueden infectar la conjuntiva. El enrojecimiento y el lagrimeo o secreción son síntomas comunes, y algunas personas tienen sensibilidad a la luz”.  

Es desaconsejable en este sentido que las personas que usan lentes de contacto las utilicen en playas y piscinas mientras se bañan, “ya que se debe evitar que las bacterias se queden atrapadas entre el ojo y la lente, pues el contacto directo con la córnea puede producir unas condiciones de oxigenación que favorecen infecciones por hongos, protozoos y bacterias”, puntualiza la doctora Sánchez-Minguet. “Una solución es sustituirlas por gafas de natación graduadas”.

Lo que siempre hay que tener en cuenta es que el grado de contagio es muy elevado, por eso la prevención es fundamental. “Para evitarla, -matiza la doctora Sánchez-Minguet-, lo mejor es proteger los ojos con gafas de agua para evitar el contacto con sustancias irritantes. La posibilidad de infecciones conjuntivales desciende de manera significativa si se usan gafas homologadas para nadar ya que protegen los ojos de la sal, el cloro y posibles bacterias presentes en el agua”.

Extremar la higiene es fundamental para evitar su contagio: lavarse contantemente las manos, no frotarse los ojos, no compartir toallas ni sábanas y no utilizar los cosméticos de otra persona.

 

Fuente: Vithas