Más del 30% de la población española padece trastornos del sueño en algún momento de su vida, y hasta un 4% de forma crónica. Sin embargo, tan solo un pequeño porcentaje de estos trastornos llega a ser diagnosticado por los profesionales clínicos, tal y como ha recordado la Sociedad Española de Neurología (SEN) con motivo de la celebración del Día Mundial del Sueño recientemente, el pasado 15 de marzo.

Como explica el Dr. Hernando Pérez, coordinador del Grupo de Estudio de Trastornos de la Vigilia y Sueño de la SEN, “a pesar de los avances que, tanto a nivel diagnóstico como del tratamiento, se han producido en los últimos años, los trastornos del sueño pasan desapercibidos en demasiadas ocasiones y no se tratan adecuadamente; por ello, es  importante no solo concienciar a la población sobre la problemática que viven los pacientes, sino saber que se debe acudir al neurólogo cuando se experimente somnolencia excesiva durante más de tres meses“.

Prevalencia creciente

La tipología de los trastornos del sueño es ciertamente heterogénea, destacando entre los mismos, dada su prevalencia, el insomnio –que afecta a un 20-30% de la población–, el síndrome de piernas inquietas (SPI) –padecido por un 10% de los ciudadanos– y el síndrome de apneas-hipoapneas del sueño –en torno a un 4%.

Sin embargo, y como alerta la SEN, la prevalencia de los trastornos del sueño podría haber aumentado en los últimos años dada la actual crisis económica, situación que ha incrementado el estrés de la población y, por ende, ha provocado alteraciones del ritmo biológico del sueño. Como explica Pérez, “un buen indicador de este aumento nos los facilitaba la última Encuesta sobre Alcohol y Drogas, en el que se señalaba que, en los últimos seis años, se ha duplicado el número de personas que consumen somníferos, tranquilizantes o sedantes“.

Ausencia de diagnóstico

En la actualidad, la principal preocupación de los expertos es la falta de diagnóstico de los trastornos del sueño. Según los datos de la SEN, únicamente un 20-40% de los pacientes con narcolepsia, y hasta un 10% de aquellos con apnea del sueño o con síndrome de piernas inquietas, han sido diagnosticados clínicamente.

Por todo ello, como incide Pérez, “es muy importante conceder a los trastornos del sueño la relevancia que realmente tienen y es que no solo disminuyen la calidad de vida y el rendimiento diario de quienes lo sufren, sino que no dormir adecuadamente aumenta el riesgo de hipertensión arterial y, por tanto, de sufrir un accidente cerebrovascular“.

Es más; los trastornos del sueño también comprometen la capacidad intelectual de los afectados y, como alerta Pérez, “pueden agravar el propio desarrollo de otras enfermedades que, entre otros síntomas, cursan con trastornos del sueño”.

Síndrome de Piernas Inquietas (SPI)

Uno de los trastornos del sueño con más prevalencia entre la población es, como señalábamos, el Síndrome de Piernas Inquietas (SPI) que, según una reciente jornada organizada por la Sociedad Española del Sueño (SES) se produce en la vigilia relajada, siendo el sueño una víctima de la enfermedad. “Para detectarla, el paciente debe estar despierto”, afirma en declaraciones a Diario Médico el Doctor Diego García-Borreguero, presidente de la Sociedad Española del Sueño (SES) tras las citadas Jornadas SES: Controversias en Medicina del Sueño, celebradas a principios del mes de marzo.

En el transcurso de las mismas, García-Borreguero puso de manifiesto la necesidad de realizar las pruebas de detección de las piernas inquietas cuando el paciente despierto sufre los episodios de movimiento. "Hemos desarrollado el test de inmovilización múltiple, que procura un cien por cien de concordancia con el diagnóstico clínico al elevar la especificidad y supone un coste mucho menor”, indica. Esta prueba consta de cuatro partes en las que el médico observa cómo son las mioclonías, su frecuencia y el comportamiento del paciente ante ellas.

No obstante, el primer paso debe ser un diagnóstico clínico que paute o no la indicación de una terapia, que suele realizarse con agonistas dopaminérgicos. "Ahora bien, si no hay respuesta o ésta pierde eficacia, cabría hacer un test de inmovilización, que podría ser complementario a un estudio polisomnográfico o bien realizarlo por separado”. La ferropenia es uno de los principales factores de riesgo. No obstante normalizar las cifras no es fácil, ya que la absorción férrica y el transporte entre la barrera hematoencefálica está reducido.

Por último, en las jornadas también se ha puesto de relieve la necesidad de que aumente la formación, tanto de los médicos de primaria como de la población, sobre las patologías del sueño.