David EzpeletaEn la actualidad se habla de migraña crónica (MC) cuando un paciente, que habitualmente tuvo una migraña episódica en el pasado, cumple con los siguientes criterios diagnósticos: 15 ó más días de cefalea al mes, de los cuales al menos 8 son de migraña con una duración mayor a 4 horas, situación que se prolonga durante al menos 3 meses, con o sin uso excesivo de medicación sintomática analgésica. Se trata de una complicación de la migraña, pero es una entidad clínica en sí misma, compleja, frecuente, muy discapacitante y con mucha asiduidad mal diagnosticada y tratada.

Los estudios epidemiológicos realizados al respecto han estimado que su prevalencia está entre el 1,3% y el 2,4% de la población general. Esto supone, en el mejor de los casos, que 1 de cada 10 pacientes con migraña sufre MC. Otro dato importante es que la prevalencia de MC es entre 2,5 y 6,5 veces mayor en las mujeres que en los hombres. Los neurólogos atienden al menos 1 caso de MC al día en sus consultas generales, dato que se dispara cuando se consideran las consultas específicas y las unidades de cefaleas.

El médico de Atención Primaria suele ser el primer paso en el eslabón diagnóstico y terapéutico de esta forma de migraña complicada. Sin embargo, se trata de pacientes complejos, con historial de fracasos terapéuticos previos y frecuentes comorbilidades asociadas. Por ello, se recomienda que sea el neurólogo, a ser posible con querencia por las cefaleas, quien evalúe y trate a los pacientes con MC.

El actual conocimiento de los factores de riesgo para desarrollar MC es fruto de una intensa investigación de los últimos 10 años. Los que más interesan en la práctica clínica son aquellos factores que pueden ser prevenidos o modificados, como elevada frecuencia de crisis, ansiedad, depresión, estrés, insomnio, roncopatía, síndrome de apneas del sueño, obesidad y uso excesivo de medicación analgésica y cafeína. La clave está en identificar y tratar estos factores en aquellos pacientes con migraña frecuente que está en camino de convertirse en MC y evitarlo. Lógicamente, su detección en los pacientes que ya sufren MC es el primer paso diagnóstico y terapéutico.

Se dispone de varios estudios epidemiológicos de gran calidad que han comparado multitud de aspectos clínicos entre MC y migraña episódica. Los datos de estos trabajos son unánimes: la frecuencia de comorbilidades como ansiedad, depresión y dolor crónico de otro origen, entre otras, es significativa y clínicamente superior en la MC frente a la migraña episódica. De igual modo, los estudios que han valorado el impacto de la MC en cuanto a discapacidad y días perdidos o con productividad reducida en el trabajo, tareas del hogar, obligaciones escolares y tiempo para las actividades familiares y sociales, han demostrado enormes diferencias entre MC y migraña episódica, siempre desfavorables a la MC.

La MC es una entidad clínica cara. El estudio IBMS (International Burden of Migraine Study) ha comparado los costes directos de la MC y la migraña episódica en Reino Unido, Francia, Alemania, Italia y España, estimando que el coste medio por paciente y año de la MC en España supera los 2.600 euros, sólo por detrás del Reino Unido. De esta cantidad, unos 600 euros corresponden a medicación, repartiéndose el resto entre visitas a consulta, urgencias, hospitalizaciones y pruebas diagnósticas. Los estudios realizados en Norteamérica contemplando también los costes indirectos hablan de cantidades en torno a los 7.700 USD, 4,4 veces más que los relacionados con la migraña episódica.

Así las cosas, se entiende el actual interés por la MC, una entidad clínica que trasciende al mero hecho de su diagnóstico sindrómico. El abordaje de estos pacientes debe ser global. Su diagnóstico tiene que ser completo, identificando el grado de discapacidad que provoca la enfermedad, así como las comorbilidades y los factores de riesgo asociados. Si existe un uso excesivo de analgésicos, es preciso conseguir su deshabituación. El tratamiento de las crisis no se diferencia del de la migraña episódica, procurando siempre que el paciente no consuma fármacos sintomáticos en exceso. Se considerarán todas las estrategias preventivas no farmacológicas aplicables a cada paciente encaminadas a eliminar los factores de riesgo de MC, desde técnicas de reducción del estrés hasta algo tan simple pero demostrado como hacer ejercicio aeróbico con regularidad. Finalmente, la mayoría de estos pacientes necesitarán, al menos en los primeros meses de su tratamiento, fármacos preventivos. Hasta la fecha, sólo dos han demostrado en ensayos clínicos controlados eficacia específicamente en la MC, topiramato y onabotulinumtoxinA, si bien es práctica común y aceptada el uso de los fármacos preventivos habituales en la migraña episódica.

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