Teófila Vicente HerreroEn torno al 2% de la población española sufre migraña crónica. ¿Qué impacto tiene esta enfermedad en términos de costes laborales?

Establecer los costes laborales de la Migraña Crónica (MC) es muy complicado porque en su mayor parte los criterios de incapacidad laboral giran en torno a los códigos CIE, que son de migraña clásica o migraña común. Además, aventurarse a hablar de costes en estos momentos en cualquier patología es hacer un brindis al sol, ya que los costes de cualquier enfermedad se separan en dos grandes grupos: los costes directos y los costes indirectos.

Los costes directos se asocian a consultas, gasto en fármacos, pruebas complementarias, etc., es decir, lo que son los costes sanitarios, y representan aproximadamente entre el 30 o el 40% del total del coste de una patología. Pero justo la parte más voluminosa (60/70%), son los costes indirectos, que son los asociados al coste laboral, tanto por pérdidas de jornada como por incapacidad temporal. Precisamente en ese bloque no hay estudios publicados ni de migraña crónica ni de otras muchas patologías y los estudios actuales se centran solo en los costes sanitarios (básicamente estimando consumo de fármacos), no teniendo en cuenta las bajas laborales (costes indirectos)

A pesar de que se trata de una enfermedad severamente discapacitante, existen pocas opciones terapéuticas para su tratamiento, ¿no es así?

Opciones terapéuticas hay varias, otra cosa es la respuesta que cada determinada persona tenga para cada opción y sobre todo, en nuestro caso (en el caso de los médicos de trabajo), nos interesa tanto la efectividad de los tratamientos como los posibles efectos adversos que estos tratamientos pueden tener para el trabajador que está llevando una vida laboral activa.

Últimamente se presta mayor atención a los beneficios en el paciente que pueden mostrar algunos tratamientos farmacológicos preventivos. ¿Cuáles son los tratamientos preventivos más empleados? ¿Y los más novedosos?

En línea con la anterior respuesta, la aportación que ha supuesto la introducción de la toxina botulínica supone una opción de tratamiento preventivo muy favorable porque en aquellos casos en que los fármacos estaban ocasionando efectos adversos limitantes para el trabajo, la toxina botulínica supone una opción muy interesante que conviene considerar.

Aparte de la toxina botulínica tipo A encontramos también otros fármacos –los clásicos- empleados de manera preventiva en migraña crónica como pueden ser los betabloqueantes, neuromoduladores o antiepilépticos, los antagonistas del calcio, los antidepresivos, el apoyo que suponen también los ansiolíticos y relajantes… es decir, todo el grupo de fármacos que se utiliza también como tratamientos preventivos en la migraña clásica.

Como mencionaba, el uso de OnabotulinumtoxinA (toxina botulínica A) comienza a ser indicado como tratamiento farmacológico preventivo en migraña crónica. ¿Cómo debe emplearse esta terapia preventiva?

El primer punto desde el que habría que partir sería el del conocimiento por parte de los profesionales médicos de esta nueva técnica. Se trata de un tratamiento poco conocido y los médicos facultados para su prescripción deberían tener mayor conocimiento sobre esta novedad para valorar, al igual que ocurre con el resto de fármacos, los pros y los contras de su uso, ya que este tratamiento no está exento de efectos adversos, aunque sí es verdad que es una opción muy buena para cuando el paciente no tolera o no responde bien a otro tipo de tratamiento.