La catarata es la pérdida de transparencia del cristalino, la lente natural del ojo que se encuentra detrás de la pupila. A través de esta lente pasan los rayos de luz hasta la retina y allí se forman las imágenes. Por ello, cuando el cristalino pierde transparencia e impide el paso nítido de la luz a la retina, el paciente sufre una pérdida progresiva de la visión.

En concreto, en esta patología ocular y en muchas otras, el factor tiempo es fundamental para el paciente. Según el doctor Antolín, jefe de servicio de Oftalmología del Hospital de Torrejón, consultado por Bausch and Lomb, “existe la idea de que las cataratas no deben intervenirse hasta que no hayan avanzado mucho. Este concepto, válido hace años, resulta hoy erróneo debido a la evolución de las técnicas quirúrgicas”.

Para el doctor Antolín, dejar evolucionar en exceso una catarata se traduce en una intervención quirúrgica más traumática, con un postoperatorio más prologado y un mayor riesgo de que se produzcan complicaciones.

Además, señala el doctor, existen otros ejemplos en los que el tiempo es un factor clave. “Por ejemplo, una degeneración macular “húmeda” puede avanzar rápidamente, y lo mismo sucede con determinados tipos de glaucoma y otras enfermedades. Retrasar la consulta o la intervención quirúrgica de determinados problemas, puede a veces complicar el pronóstico de numerosas enfermedades oculares”, concluye Antolín.

La importancia del diagnóstico precoz

Especialistas consultados por Bausch and Lomb también destacan la importancia del diagnóstico precoz en problemas como el glaucoma, ya que la pérdida visual producida antes del tratamiento es irrecuperable. El glaucoma engloba un grupo de enfermedades que provocan un daño progresivo del nervio óptico. Con la edad su incidencia crece y el campo visual va disminuyendo. Si no se trata a tiempo, se puede perder la visión por completo. El glaucoma es una enfermedad que puede producir una auténtica ceguera silenciosa.

Otro problema de visión en el que el factor tiempo es fundamental es por ejemplo la ambliopía u “ojo vago”. Según Antolín, “es una enfermedad que pasa desapercibida ya que, al ser posible que los pacientes conserven una visión normal en uno de los ojos, este hecho puede disimular la disminución de agudeza visual en el otro”. También es importante estar atentos a la prevención en las artritis infantiles, continúa el doctor, ya que pueden producir inflamaciones que no presentan síntomas aparentes.

La degeneración macular o los trastornos de retina son otros cuadros en los que una detección y vigilancia periódicas pueden ser la clave de la conservación de la visión.

Por todo ello, Bausch and Lomb recomienda acudir a revisiones periódicas oftalmológicas, ya que existen muchas enfermedades oculares cuya resolución puede ser sencilla si son detectadas a tiempo, y que no necesariamente se manifiestan a través de síntomas. Es el oftalmólogo el que debe orientar acerca de dichas patologías, puesto que es el único profesional preparado para explorar nuestros ojos de forma completa.

 

Fuente: Commo